El Pandemonio 1 : un futuro de enojo y desesperación
Juan Tausk
Promesas. En todo el mundo los gobiernos prometen vacunas a sus ciudadanos. Pero
no pueden cumplir. La producción de las mismas está muy por debajo de lo que los
laboratorios mismos prometen. Es que simplemente no pueden producir a corto plazo
7.000 millones de vacunas. Sin contar con los diversos resultados de su eficacia y las
contingencias posibles. Es de imaginar que los llamados países en desarrollo o
emergentes, antes tercer mundo -cambia la nominación, no la realidad- se vean
relegados en el orden de prioridad, pero a la vez sus gobiernos sean reclamados por no
poder cuidar adecuadamente a sus habitantes. No lo pueden resolver, no depende de
ellos, aún actuando razonablemente. No sería inimaginable, que la vacunación mundial
culmine antes de fines de 2023, aunque creo que tampoco.


¿A cuántos se vacunará
este año, con las dos dosis en nuestro país? Visto desde hoy, apenas la mitad de la población. Anhelo equivocar esta conjetura, pero no creo que se llegue a los 45 de
millones que somos antes de fines del 2022, si no entrado el 2023.
En otras palabras, los otros vienen a afectar el movimiento, el espacio, la satisfacción de necesidades propias e incluso asedian, perturban o perjudican.
Entonces, un modo de cuidar los gobiernos a su gente es no comunicar vacunaciones
imposibles y alertar que puede no haber vacunas en cantidades suficientes. Como no
es correcto comunicar y agitar cadáveres flotando por las calles, asustando a la
población. Es tan ineficaz como los despojos que anuncian las marquillas de cigarrillos.
Basta habituarse al horror. Lo que no es nuevo. El cine y la TV no hacen otra cosa,
muertes cruentas, amores fracasados o un humor de baja calidad. Como en la vida, no
todo, afortunadamente.
Mientras tanto, los Ministerios de Salud de muchos países y no pocos medios de
comunicación, festejan su falta de recato y proponen de manera procaz – o sea,
grosera y desvergonzadamente –, insólitas prácticas de sexo casero al alcance de la
mano, una tecnología que vibra de escasa sensualidad y consejos prácticos de alcoba
para emular el deseo. (ver “Tentación obscena. Un político en tu cama”, del autor de
esta nota)

Si es cierto que los países con suficiente vacunación podrán desplegar sus alicaídas
economías, generando brechas entre los países, que más bien parecerán grietas
insalvables que separarán dos mundos. Los Otros se empobrecerán más y deberán ser
cual leproso de historias pasadas, evitados, aislados, olvidados e invisibles. Ya se ven
indicadores de esto, eventos salvajes de separación, sumisión y maltrato. Incluye a
algunas provincias y estados anticipando lo que vendrá en escala global. La cruda
disputa entre naciones, ya presente, para obtener las vacunas, se va a replicar dentro
de cada país, entre provincias o estados, entre ciudades y municipios, entre los
ciudadanos.
En diversos países, constituidos en democracia, se cuelan funcionarios y otros vivillos
en la cola de vacunación. Acompañados siempre de la endeblez de las excusas y sus
fundamentos insólitos. O de mea culpas, sin reparación y sin perdón, como suelen
reclamar las religiones ante el pecado. Hay países – sí, los hay – en que una pequeña
estafa o delito menor de un funcionario, obliga a su renuncia honorable antes que a su
expulsión deshonrosa.
La ciudadanía honra las colas y se irrita cuando alguien se cuela, más aún si esgrime el
privilegio de la autoridad, sea de cualquiera de los tres poderes que constituyen toda
democracia. Pero sucede en demasiados lugares que, como en España, Perú, Ecuador,
el nuestro – acorde a información de pública disponibilidad – y ciertamente muchos
otros países, se comete el delito de apropiarse indebidamente de vacunas, o sea privar
a otros. Como quien dice, “afanar” 3 , creyendo con infantil ingenuidad que no es más
que “redondear la punta”. Con este modelo ejemplar, la ciudadanía tendría entonces
no menos derecho. Lo mismo sucedería con los afiliados a gremios, asociaciones
profesionales, organizaciones sociales o partidos políticos, que sabrían reclamar en las calles con vehemencia y con frecuencia, sin distancia social ni barbijos, total ¿para
qué?
Afortunadamente en los regímenes no autoritarios o no tomados por una cultura
totalitaria (“Tentaciones totalitarias. Ver morir” de Juan Tausk), hay posibilidades de
informar, denunciar, juzgar y condenar con justicia, ¿o se dice La Justicia?
El modelo de los gobernantes en varios países, vacunándose estoicos y sonrientes ante
los tabloides y canales de TV, se apoya en la creencia de predicar con el ejemplo.
Quizás no sepan que bastaría que las autoridades, los “influencers”, deportistas,
sacerdotes, periodistas, intelectuales y artistas enuncien que sí, que se van a vacunar,
pero cuando les toque. Hay de ellos que así se pronuncian. Eso sin duda ordena,
tranquiliza y reduce el enojo. Si es que la palabra mantiene su valor y credibilidad.
En la medida en que se sale del primer año de pandemia, se entra en el segundo o el
tercero con la certeza de un virus más virulento. La fatiga y la desesperación por
salvarse y ver que las muertes se van acercando a nuestra comunidad y a nuestra
familia, el imperativo por vacunarse pueda llevar al asalto de los vacunatorios, al modo
del asalto a camiones de comestibles o a sedes de gobierno. La vulnerabilidad se pudo
observar en lo sucedido a razón de un sepelio de un querido deportista, en una casa de
gobierno.
Eso estaría acompañado por las economías desfallecientes en todo el mundo, la
segunda ola de quiebras de empresas productivas y la pérdida de empleos que se
sumen a los ya perdidos, con la consiguiente imposibilidad de proveer suficiente
sustento a las familias, a la propia. Nada hace sentir más enojado, culposo y
desdichado. Como hemos escuchado ya, de modo agorero 4 , la llegada imaginable de
los cuatro jinetes del apocalipsis: “guerra, peste y hambre 5 ”. Una pésima y explosiva
combinación. Sí, en el mundo “en desarrollo”, nuestro mundo, la desesperación puede
no tener límites y el pacto social puede estallar. ¿Se puede imaginar una revuelta civil? O sea, puede suceder un Pandemonio. Siempre queda el cuarto jinete en su caballo
blanco, la esperanza.
En consecuencia, los gobiernos pueden y deben garantizar imparcialidad y asegurar la
norma y cumplirla. Más aún, como habrá dos o tres años más de pandemia, asegurar
que el orden de vacunación tenga racionalidad y sea comprensible para la población. Y
que la ampliación de trabajadores “esenciales “o “estratégicos”, no se extienda a
grupos políticos, gremialistas, funcionarios de los mil poderes y sus familias. Menos
aún sin anunciarlo ni luego publicar listados y asegurar que la ciudadanía comprenda
su fundamento, o si no, que lo repudie. Primero los médicos, enfermeros y demás
agentes del sistema sanitario en el frente de batalla: el hospital, tan expuestos al
contagio y los que más fallecimientos han tenido respecto del resto de la población.
Además de aplaudirlos, no se les aumentan sus sueldos desde hace un año. Pagarles lo
que merecen – incluso antes que los aumentos a funcionarios de gobierno,
legisladores y poder judicial – es la vieja práctica del sentido común y del saber
reconocer y agradecer. El agradecimiento no es sólo la palabra, es sobre todo un acto.
En el mundo, la población- con variaciones – aceptó barbijos, distancia social e incluso
varias extensas cuarentenas. Hasta los despidos. Entendieron, aceptaron y cumplieron.
Esa calidad ciudadana – la tenemos – es un capital de un valor tal, que no hay que
desperdiciar ¿o se dice despreciar?
1 Pandemia+ Demonio.
Sinónimos: caos, furia, babel, confusión, desorden, disturbio, anarquía, motín, rebelión.
Alta capital del infierno, según John Milton (1608-1674) en Paradise Lost.
Leo tardíamente un inspirado trabajo de Jurgen Ureña titulado” Entre la pandemia y el pandemonio “ de
30/3/2020
2 Psicoanalista, gestor de conflictos, escritor, docente. Profesor titular Fac. Psicología Universidad de
Buenos Aires, Director de Maestría Suiza en Mediación y Negociación . Publicó dos libros
recientemente:
“La tenacidad del odio y la fiesta de la vida: Psicoanálisis y negociación para una convivencia posible”.
Prologado por Andrés Oppenheimer y Nancy Andrigui (ministra de la Corte superior del Brasil) y
“La fiesta de la vida. Poesía y relaciones”
3 Afanar. “Robar con habilidad y sin violencia”. Lunfardo en Argentina y de uso en México y Brasil.
También significa un “Deseo intenso que mueve a hacer una cosa” Lo que se da de bruces con el
significado original en árabe hispánico y árabe clásico: “extinción o agotamiento de la pasión”.
Diccionario de la Real Academia Española. Pruebe juntar las tres frases en una oración…
4 Anticipo o predicción de males y desgracias.
5 El cuarto, blanco, es la esperanza. El bayo, amarillo grisáceo, es la muerte, que hemos traspuesto como
la peste.