La Pandemia en el olvido.
Las 25.000 muertes por de más y la política
de las vacunas.
Una investigación periodística
“Cada muerte cuenta, es como si
fuera la de todos”
John Donne (1572-1631)
Juan Tausk
Ya pasó hace dos años y medio y “no quiero saber más nada con eso”. Bastante nos dolió en muertes cercanas, en pérdida de tiempos de estudio, de infancias y de juventud, en ingresos que dejaron a tantos exangües y sobre todo haber perdido de gozar de la vida con nuestra familia y nuestros amigos. Prácticamente encerrados un año y muchos sin poder trabajar, con el reproche moral y el dedito acusador de andar contagiando a diestra y siniestra. Mientras, se agotaron nuestra paciencia, nuestras economías y las reservas de la Nación.


Destinado al olvido, algunos periodistas y políticos han enunciado que hubo muertes que no deberían haber sido. Pero, ¿quién querría volver a este tema?
A no pocos ciudadanos aun hoy, no les “cabe” que hayan faltado vacunas. Y sí, se podría haber dispuesto de muchísimas más y a tiempo. Meses más tarde hasta sobraron, pero después de las muertes posiblemente evitables en los fatídicos primeros diez meses de 2021.

¿Qué pasaría si una investigación periodística, con fuentes de datos documentados y presentables, enunciara que hubo cerca de 25.000 fallecimientos que pudieron no haber sido, de un total aprox. de 85.000 en el año 2021? Casi el 30%.
Ahora ya va a interesar y hasta irritar porque, además, se verán las políticas de las vacunas que podrían haber generado ese efecto. Pero, debe dejarse bien en claro que no se atribuye a nadie intención para ello. Por lo que, en esta nota, el autor ha preferido no poner nombres. Pero sí indagar en por qué no se ahondó en el tema.
¿Querrá saber el lector? ¿Por qué no hay información, siendo que el ciudadano es el más interesado?
El autor ha explorado esta inquietud crucial.
Me orienta la frase que pronuncia la cineasta argentina, distinguida en Alemania, Jeanine Meerapfel, en su documental “Una mujer”:
“Tengo que poder recordar hasta que pueda olvidar”.
A eso se denomina hacer un duelo, que probablemente los argentinos no hemos hecho aún.
A no pocos ciudadanos aun hoy, no les “cabe” que hayan faltado vacunas. Y sí, se podría haber dispuesto de muchísimas más y a tiempo. Meses más tarde hasta sobraron, pero después de las muertes posiblemente evitables en los fatídicos primeros diez meses de 2021.
Esta investigación periodística presenta una cifra, que podría reducirse algo, en tanto se incluyan algunas variables. Es una invitación a quienes puedan realizarlo. Documentada en accesibles medios periodísticos y basada en la data del Ministerio de Salud de la Nación, la OMS, Our world in data y la plataforma de la John Hopkins University, la hipótesis de trabajo es verificar una proporción en la que:
A mayor cantidad de vacunados con dos vacunas, calculados mes a mes, menor índice de mortalidad esperable.
Esos resultados aparecen en el informe completo que incluye el archivo Excel con la data y los cálculos y todas las fuentes de información consultadas.
Si bien en esta reseña periodística casi no se presentan los nombres de los protagonistas de esta historia, decididamente no he de cargar un “sanbenito” a nadie, para eso ya tuvimos la Inquisición. Sí figuran en el texto completo.
No nos ocuparemos de los males “menores”, bien llamadas privilegios o transgresiones: el ministerial “toilette” vacunatorio, los jardineros allá en el Sur, los sonrientes pibes militantes que se la “chafaron” a sus abuelos o los festines báquicos cuando estábamos todos encerrados bajo amenaza de “echarnos los galgos”.
Ni siquiera sospechar intenciones de algún “vuelto” en la compra de las vacunas, cuantimenos imaginar un austero “cinque percento”, en un país en que una coima para obtener un contrato se puede transformar en aporte electoral y ”¡ups!”, se nos olvidó el recibo. O los experimentos de control social de la cuarentena. En algunos casos, bajo la canalla consigna que desluce la responsabilidad republicana: “Se podía hacer, fui y lo hice”.
La consecuencia importa: ha dañado la confianza, la credibilidad y el respeto de los gobernados a las instituciones de gobierno de la República. Eso se cobra y se paga.
La investigación se ocupará de lo acontecido para que faltaran vacunas posibles de obtener, por motivos geopolíticos, quizás por manipulación autoritaria y también desconocimiento: una pandemia en la que no hubo precedentes ni experiencia.
- La ruleta rusa y el camino de la seda .
“El gobierno hace lo posible por el éxito de la Sputnik, pero no se puede seguir luchando por ustedes y este proyecto”, desespera una funcionaria del Ministerio de Salud. Y nos asombramos. ¿Qué lucha era esa? ¿Acaso no se luchaba – una palabra más de titanes en el ring que seria – contra una epidemia? Es que de la segunda dosis de la Sputnik , imprescindible para adquirir inmunidad, faltaron más de 8 millones, para la población más vulnerable, en el pico de la mortandad del 2º trimestre de 2021: aprox. 47.000 fallecidos. El Instituto Gamaleya prometió una vacuna que no pudo producir en cantidad suficiente, siendo nuestra “favorita” junto con Bielorusia, Serbia, Argelia, Autoridad Nac. Palestina, Venezuela y Paraguay.
Faltaron en esos 10 meses unas 14 millones comprometidas por Pfizer, más las ofrecidas por el programa COVAX. La pregunta: ¿Por qué se excluyeron a todas las vacunas americanas, empezando por ésta última, dada la investigación de la Fase III en el Hospital Militar? De tantos voluntarios, miles quedaron afuera: ¡esa es nuestra gente!. Nos tocaba primero y para empezar desde diciembre de 2020.
Gines Gonzalez García se ufana denunciando “irregularidades contractuales” y “cosas indignas”. Alberto Fernandez se lamentaba de “situaciones muy violentas” y “exigencias desmedidas que comprometían al país”. No desperdiciaron adjetivos, pero lo dejaron a la imaginación de cada cual. Concluye que “nos sometimos a discusiones absurdas de cuestiones ideológicas”. Como si no hubieran sido tanto lo uno como lo otro.
Luego vinieron las enunciaciones geopolíticas – pa´ lo´ muchachó – de las cuales el presidente fue un notable vocero, pero no el único. Visita a Putin en febrero del 2022 y le agradece por la vacuna. Pero la Sputnik 2 con la perra Laika que circunvalaba la tierra: recién se regularizó cuando ya caía la pandemia.
Alienta a “abrirse a otros lados” y “dejar esa gran dependencia con el Fondo y los EEUU” y ofrece “abrirle las puertas de Latinoamérica”. Lo debe haber convencido, porque días después lanza su guerra a Ucrania.
Ya visitando a XInliping en Beijing cree elogiarlo en que, si éste fuera argentino, sería peronista. Es como decir del General que fuera maoísta. Pero mereció el Collar de la Orden del Libertador: la lluvia de vacunas chinas nos salvó.
- El karma de la ley de vacunas. Tengamos presente la enorme ansiedad y premura por la difusión de la pandemia y la creciente mortandad que nos acosaba ese año y el sentido de responsabilidad que embargaba a los que debían decidir.
El presidente – por una vez- envió bien el proyecto de ley de vacunas al Congreso en setiembre 2020. En su 4º Artículo decía: “…establezcan las condiciones de indemnidad…”, que requerían todos los laboratorios. Eran vacunas en estudio sin haberse fabricado aún y sin el tiempo y las pruebas requeridas por la OMS y los entes nacionales de control para ser aprobadas. Pero era lo único que había para evitar una hecatombe mundial.
El proyecto de ley entra a la Comisión de Acción Social y Salud Pública – CASSP (Cámara de Diputados), se discute por Zoom el 30 de setiembre de 2020. Se invita a un alto funcionario del Ministerio de Salud de la Nación, que se había reunido dos veces con el representante legal del laboratorio Pfizer, antes que la farmacéutica se retire. Comparte su conocimiento con generosidad en una impecable e informada alocución. Cuando se le pregunta, considera a su entender que esa indemnidad era excesiva. Que en el proyecto del presidente no se incluía lo que denomina: “conductas malintencionadas, maliciosas o fraudulentas” e informa que están excluidas en todos los contratos de los que conoce.
Ya pasadas tres horas y media de Zoom, se pasa a cuarto intermedio para el día siguiente y el presidente de la CASSP invita a las tres jefas de bloque a preparar juntos una propuesta. No se pudieron encontrar en su momento esas sesiones en los registros completos en el sitio del Congreso. Faltaban esas dos piezas claves para resolver el enigma y estando el autor por desistir, aparecen colgadas en “Youtube”. Descuelga agradecido.
Vueltos del cuarto intermedio proponen limitar la indemnidad, agregando la palabra “negligencia” y el artículo 4º queda: “…con excepción de aquellas originadas en maniobras fraudulentas, conductas maliciosas o negligencia por parte de los sujetos aludidos”. Las que, no estando tipificadas en el Código Penal, son pasibles de interpretación o indeterminación. Tiempo más tarde la primera jefa de bloque (peronista) se pregunta por qué no se pudo firmar con Pfizer, la segunda (radical) que no tuvieron tiempo de estudiar la ley, pues la recibieron el día anterior y la tercera (PRO) : “Que el Congreso y los bloques no conocíamos cuales eran las condiciones de los laboratorios”.
Esa limitación de la indemnidad de los laboratorios no aseguraba – de suceder lo peor y la vacuna generase una hecatombe – que haya alguien que indemnizara pues, no alcanzaría el dinero en el mundo para ello. Nada habría que proteja patrimonialmente al Estado por cumplir su misión vacunando, en el caso de una vacuna malhadada. Pero sobre todo nada podría evitar las muertes de ciudadanos – que era el bien a proteger– producidas por el COVID 19, salvo la existencia de vacunas. Esa situación paradojal fue sin duda muy difícil.
La Comisión aprueba, sin discutir los cambios del artículo 4ª, por unanimidad y lo celebra. En la Cámara de Diputados y en el Senado pasa casi sin preguntas, con una abrumadora mayoría entusiasmada. Se hace ley y caen todas las vacunas de los laboratorios americanos, que aún no había.
El porvenir de los argentinos queda sellado en manos de las por venir rusas y luego las chinas. No refiero a las prometidas de Astra Zeneca, producidas localmente, pues tuvo dificultades para ser envasadas en México.
Por una vez no hubo grieta ante una situación que implicaba a todos los argentinos. Claro que generó alegría. Era tanto el apuro y la angustia de quienes debían decidir, considera el autor, que no se asesoraron suficientemente ni valoraron las consecuencias de tal decisión. Por ello no es cuestión de echar a rodar culpas pues, de inmediato, las legislaturas de la Provincia de Buenos Aires y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, produjeron leyes equivalentes: incluyendo la palabra fatídica: “negligencia”.
- End of story: Costó un parto largo y luctuoso, parte de la oposición trinó, hasta que Gobierno y el oficialismo legislativo finalmente dieron ”el brazo a torcer”. Recién se enmendó la infortunada ley con el DNU de julio de 2021: mes cumbre de la dantesca mortandad. La nueva versión excluye el cambio que surgió en la CASSP e indica “conductas dolosas”. Eso sí está tipificado en el artículo 271 del Código: Acción y Omisión dolosa. No da lugar a vaguedades y entran las vacunas americanas.
Pero fue tardío: la epidemia ya estaba cediendo, concluyendo prácticamente cuando el nivel de vacunación llega al 68% a fines de setiembre. Luego sí, sobraron vacunas “a lo pavo” y hasta en desuso, se supone que algunos lotes se habrían vencido o perdido la cadena de frío. La pandemia podría haber cedido al menos dos meses antes, disminuyendo significativamente la mortandad.
Si un observador imparcial hubiera apreciado la falta de saber – lo que sucedió en todos los países- y ciertamente de sentido común, el experimento de control social con el encierro de una cuarentena interminable (sólo Australia la superó), el extenso cierre de las escuelas y su consecuencia en los niños y en los adolescentes, la parálisis de la economía y finalmente la terca necedad de no cambiar la ley, podría decir que nos pegamos un tiro… en los pies. Es probable que observaría la consecuencia no deseada: la mortandad evitable. El autor arriba a cerca de 25.0000 muertes, que quizás pudieron no haber sido, un 30% de los fallecidos en el 2021, todo un número y son nuestra gente, cada uno de ellos.
Desde el acceso vedado a un entierro digno que honre la vida, desde la soledad de estar totalmente solos, sin ser despedidos por la familia y el mayor de los dolores, que haya habido tantas vidas que no llegaron a cumplirse en su tiempo y en sus entornos amorosos.
Por ese dolor, esta investigación.
- El orgullo por nuestra gente. Todos observamos y apreciamos el trabajo comprometido y bien llevado por el MSN y los Ministerios de las Provincias. Como en todo en la vida, ciertamente con problemas y quizás errores. Pero supieron conducir la epidemia en sus peores momentos, dieron respuesta a todas las emergencias y protegieron a toda la ciudadanía, coordinaron el desempeño maravilloso de los hospitales y todo el sistema de salud, público y privado. Hasta de las iglesias, sinagogas y mezquitas, centros sociales y deportivos que han vacunado a la población.
Es cierto que si comparamos con los países de América, nos ha ido considerablemente mejor que a otros. Para comparar se han utilizado los índices de ME (Muerte en Exceso) que indican el acrecentamiento de mortalidad en un año determinado, respecto a años anteriores. En este caso ese incremento se debió a la pandemia de COVID 19. Nuestro índice ME en 2021 fue de 26.3%. En el medio entre Brasil 34,3% y EEUU 17,8% . Vale recordar que para Bolsonaro la pandemia era apenas una “gripeçinha” y que para Trump se podía resolver con buches de lavandina. En ambos países la cuarentena fue efímera y la actividad comercial e industrial no se detuvo, como en nuestro país. Pero además hay una diferencia: nuestro sistema de salud, pública y privada, se extiende a toda la población, es de acceso a todos y tiende a la excelencia.
Por ello el autor se permite conjeturar que nos podría haber ido tanto mejor, más cerca de aquellos países con mucho menores índices (6 a 9 %) – sin obviar otros factores decisorios – de haberse tenido las vacunas que se podrían haber obtenido.
Cabe recordar que algunos laboratorios, pese a las fantasías de enormes ganancias y grandes negociados, han vendido las vacunas al costo a países de economías medias y bajas. En particular, Pfizer.
Nuestros médicos, personal de salud y tantos voluntarios actuaron obligados, de cuerpo y alma, a sus convicciones personales, al juramento hipocrático y a la bíblica afirmación:
”Aquel que salva una vida, es como si salvara el Universo entero”.
Poniendo sus vidas en riesgo, no pocos fallecieron en su misión. ¡Se jugaron la vida por nosotros!
Aun no les llegó su elogio merecido y el reconocimiento imprescindible, porque también sobre ellos cayó la sombra del olvido. Falta valorar asimismo, el compromiso, el espíritu solidario y la moral que demostró el gran pueblo argentino. ¡Salud!
El dolor y la pena que nos siguen habitando – pese al aturdimiento diario del devenir económico, delictual y político – reclaman honrar la memoria de nuestros hermanos cuyas vidas no han podido ser vividas y gozadas, en su tiempo.
No olvidando, sino procurando saber lo acontecido, disipar el silencio y aprender de ello.
Investigación consultada con:
Dr. Daniel Sabsay, Profesor de Derecho Constitucional en la UBA,
Dr. Eduardo Lopez, Infectólogo, Director Dep. Medicina. Hospital Gutierrez
Dra. Claudia Ling Subdirectora Ejecutiva del Instituto de Investigaciones Epidemiológicas de la Academia Nacional de Medicina. Ha evaluado y aprobado los cálculos sobre la data.
Alfredo Leuco, Fanny Mandelbaum, Andrés Opppenheimer. Periodistas
Dra. Diana Cohen Agrest. Filósofa y ensayista.