Lluvia de misiles: ¿quién ganó qué?

Lluvia de misiles: ¿quién ganó qué?

 Juan Tausk

No son pocos los que inducen el pánico, augurando que se trata del inicio de la 3ª. Guerra mundial. Pero no hace dos días, muchos temían enormes daños al Estado de Israel y un tendal escalofriante de muertos. No sucedió, pues supo y pudo proteger a sus ciudadanos y también a los palestinos de Cisjordania. ¿Porque no decir que hasta protegió a los gazatíes de los misiles de Irán que, vaya paradoja, también les provee? 

En un disparo a sus propios pies, Iran logra – 360 misiles y drones después – herir seriamente a una niñita, a la sazón beduina y mahometana. Los beduinos que son ciudadanos israelíes de pleno derecho  y sirven en el ejército así como trabajan en ministerios, universidades, hospitales, etc. como cualquiera

¿Es este el canje que logró Teheran por la destrucción de su consulado en Damasco y la muerte de dos generales y otros comandantes de su funesta Guardia Revolucionaria Islámica?

La verdad, como siempre, la descubren los niñitos: molesto por los verdes moscardones – todo un presagio- que le zumbaban en su modesto taller, saca su cinturón y de un solo saque, se carga las siete moscas cargosas.

Manifestantes iraníes en una protesta frente a Embajada Británica en Teherán, mientras se produce un ataque con drones y misiles a varias zonas de Israel. | AFP

Hay quienes enuncian que la intención iraní era que sus misiles y drones fueran detenidos en el camino y no causaran grandes daños. Lo que no imaginaron es que esa tarea también la harían Jordania y Saudi Arabia junto con Israel y las potencias occidentales, en lo que parece una nueva alianza internacional en la región. Es que  el sangriento ataque de Hamas del 7 de octubre a Israel, junto a miles de misiles arrojados sobre población civil, tuvo como fin el detener el acuerdo de paz con Saudi Arabia. 

Nadie duda que a Hamas la dirige y arma Irán, así como a Hezbollah, la Jihad Islámica y los Hutíes: sus “proxies”. Sí hacen daño, como lo hicieron en la Argentina y cuyos ideólogos y ejecutores hoy están en el gobierno de Irán, si no en la Triple frontera, al acecho. La Argentina, finalmente, los considera culpables de esos atentados y los declara un estado terrorista. ¿Qué implicancia tendrá ello en las relaciones diplomáticas? Se verá.

El grupo armado terrorista Hezbollah hace años que ha capturado al Líbano. Sin duda no es un ejército de defensa de un país que supo ser democrático, pues no tienen vocación por crear industrias, producción agrícola, obras civiles  o exportaciones ni dar salud, justicia o educación. Pero eso sí, está armado hasta el tuétano con docenas  de miles de misiles dedicados exclusivamente a destruir a Israel,  pero no tiene defensas aéreas o antimisilísticas: no se las provee Irán. Por ello Israel puede bombardearlo por aire sin problema, igual que a Siria y a Gaza. Quizás la actividad o empleo más lucrativo del Líbano sea estar “conchabado” a la milicia hezbollah. Uniforme, prestigio y un estipendio mensual. Y la prometida gloria del mártir. No protegen a la población (no digo “su” población) y por ello instalan el lanzamiento de misiles en zonas pobladas y, como también en Gaza, dentro y debajo de instalaciones educativas u hospitalarias. Es que en el pequeño enclave de Gaza – hay otros países tan pequeños, como Singapur-   dominado por quienes tienen también por objetivo destruir Israel, no han tenido previsto proteger a la población con refugios o con alimentos. Eso se lo dejan a Occidente, que desespera por la posible hambruna de los gazatíes, incluso a Israel le preocupa y colabora, pero no así a otros países árabes. Parece que Hamas se sirve primero y que los demás se las arreglen. 

Hay que decirlo: en Israel cada casa o edificio que se construye debe tener un cuarto de refugio para toda eventualidad, o un bunker en el subsuelo o refugios colectivos cercanos. Saben lo que es ser bombardeados desde hace más de siete décadas. En Gaza, los únicos con refugio son el Hamas en su “subway”, que costó miles de millones de dólares, parte aportados por Occidente para otros menesteres más productivos y más necesarios a la población. 

Tantas veces Occidente le retó a Israel a que no responda de modo “desproporcionado” a las agresiones antisionistas. No se escuchó eso mismo respecto de Hamas o de Irán. Ahora sufren a los hutíes donde duele, el petróleo. Ya Golda Meir afirmó que prefería el “repudio de todo el mundo a sus condolencias”. Tantas veces resistió Israel ataques masivos de los países vecinos y triunfó en todas las guerras que le impusieron, y hay que decirlo: no inició ninguna. Los israelíes nunca enunciaron el deseo ni celebraron  el sufrimiento de sus contrincantes.

¿Quién ganó qué? 

Israel intentará de terminar de derrotar a uno de los socios de Irán, Hamas. Se ha probado que con ellos, no habrá paz o seguridad para los israelíes y sí, tampoco para los gazatíes. De 33.000 fallecidos, según las cifras incuestionadas del Ministerio de Salud de Gaza, el mismo ministerio anuncia que eran tantas menos: 13.000 militantes de Hamas y menos de 9.000 civiles. Nadie celebra cifras tan numerosas, ni siquiera celebra una sola, pero los ataques de Israel fueron cuidadosos en lo posible: nada fácil combatir al Hamas mezclado con o escudado tras los ciudadanos. No digo “sus”, aunque los votaron hace 20 años y nunca más: devinieron totalitarios).  

La lluvia de misiles fue un fracaso del Irán chiita y disminuye su capacidad de amenaza a los demás países musulmanes de la región, a la sazón sunníes. Hay quienes encubren diciendo que enviaron misiles vetustos, que si no… La verdad es que se demostró que un misil con carga nuclear puede no llegar a destino y explotarle en la cara al que lo envía. Ese es el verdadero  cambio en la “cultura” geopolítica.

Israel ha inventado armamento, ha mejorado el que ha recibido de las potencias occidentales y lo ha probado en el campo de batalla con éxito. Sobre todo, pero no solo, los sistemas de protección antimisilísticos: habrá cola en la ventanilla de ventas, en el contexto de los altos costos personales, ciudadanos y económicos del estar en guerra. 

Salvo que Israel entienda que la retaliación iraní por el consulado ya fue, lo que enuncia es que se reserva una respuesta. Pero ¿sobre qué? Conjeturo, como aficionado, que no sería sobre las bases de lanzamiento de misiles, pues son muchas y no pocas de ellas móviles. Entiendo que lo que más preocupa en la región es que Irán opere como un amenazante “mono con navajas”, una vez obtenida la bomba atómica. Eso está por suceder si no sucedió ya. Israel irá por la destrucción de ese potencial. Cuando pueda o deba hacerlo, cargándose con la faena como ahora, por los países de la región y  por Occidente. Recibe los “palos” de la crítica a la desmesura genocida y sufre el esfuerzo, el riesgo, el costo y las  consecuencias de tener a su ciudadanía teniendo que defenderse a perpetuidad de sus vecinos.

Algunos palestinos, festejaron con alegría la lluvia de misiles sobre Israel, anhelantes de su destrucción, con la voz de: “Palestina, desde el río hasta el mar”. Pero hay otras voces actuales, como la de la poeta palestino norteamericana Suheir Hammad que escribe acerca de Hamas: ”… No voy a bailar al son de tu tambor de guerra/ no prestaré mi alma ni mis huesos…”.  Del otro lado, recita el poeta israelí Yehuda Amijai: “…Mi padre combatió en la guerra de ellos, por cuatro años/ y no odió ni amó a sus enemigos…”. Ambos hacen un solo lado.

Los israelíes no han anhelado la muerte de los otros ni celebraron el sufrimiento de sus contrincantes. Luego de la lluvia de misiles, salieron de los refugios hacia las plazas y  las calles de sus ciudades para celebrar el estar vivos,  con el canto milenario de “Am Israel Jai”. El pueblo de Israel está vivo. 

Para el polvorín del Medio Oriente y la implicación de las demás regiones, quizás un futuro de convivencia posible depare –  en el decir de Henry Kissinger  – un “equilibrio de insatisfacciones”. 

Quién no deseara que el saludo de medio oriente: “la paz sea sobre ustedes”,  en árabe “salam aleicum” y tan parecido al judío “shalom aleijem”, signifiquen alguna vez,  la misma paz. 

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