Poemas iluminados Amelia Biagioni “León”

Poemas iluminados Amelia Biagioni

“León”

 Juan Tausk

Siempre pensé que un poema no se beneficia con una explicación. Más aún, estorba. Porque el poema, en su síntesis exacta, puede conmover la profundidad de tu ser y el filo del estar.  El poeta abre su palabra y a veces permite una consonancia precisa o una conmoción preciosa. Es valioso si te dice algo a vos.

Para ello inicio un trabajo de desandar poemas que a través de los años me siguen hablando y me permiten acceder allí donde mis propias palabras no alcanzan. Nunca alcanzan. Despabilarse nuevamente y poder hacer de ellos, conversación.

Espero no hacer teoría espesa, más bien quiero ser liviano, marginal, si es que eso existe. 

Quizás quiera alentar a la lectura de poesía, ya casi solamente presente en la canción. Sí, es un precioso lugar el necesitar del son, aunque es posible que le falte la traza del silencio o la trama de las letras.

Su primer poema lo escribe a los 29 años. Publica su primer libro, “Sonata de soledad” en 1954, que incluye exquisitos poemas de amor y desencuentro, con el que obtiene la faja de honor de la Sociedad   Argentina de Escritores.

 Sobre todo, quiero exaltar algunos poemas, no tantos, que me han resultado descubrimientos, despertares. Abrirlos, potenciarlos, mostrar sus virtudes. 

I

Amelia Biagioni.

Masculinidad y femineidad.

Claro, no trazaré su poética, otros lo hacen y lo han hecho mejor. Tomaré un suspiro de su obra, pero antes, presento una semblanza de ella.   

Nace en el año 1918 en Galvez, Provincia de Santa Fe. Se recibe de profesora en letras, habiendo enseñado en escuelas del nivel medio. Finalmente, vicedirectora en una escuela de San Telmo. Dicen que desavenencias políticas la dejan cesante en Santa Fe y su asentamiento en Buenos Aires contó con la ayuda de Jorge Luis Borges, Conrado Nalé Roxlo y Manuel Mujica Láinez. 

Su primer poema lo escribe a los 29 años. Publica su primer libro, “Sonata de soledad” en 1954, que incluye exquisitos poemas de amor y desencuentro, con el que obtiene la faja de honor de la Sociedad   Argentina de Escritores. 

“La llave” recibe el Segundo Premio Municipal, 1958; 

“Las cacerías”, el Tercer Premio Nacional en 1979.

 “Estaciones de Van Gogh”, el Segundo Premio Nacional en 1987.

 Además, ameritó los premios Esteban Echeverría (1985), José Manuel Estrada (1993) y Alfonsina     Storni (1999).  

El premio Konex de Platino a su obra, en 1984.  

Hidalgo editora publica un volumen con sus obras completas  en 2009.

 Se observa el reconocimiento y el aprecio hacia su poesía, pese a que se mantuvo alejada de los círculos literarios, como reseña Cristina Piña. Lo confirma el poeta Antonio Requeni , en su nota en La Nación al fallecer Amelia (2020), diciendo que ella “…vivió una vida recoleta, ensimismada…».  

Pïña dice que conoció a Biagioni un año después de leer “La cacería” (1976).  Le pareció “increíble que esa señora sexagenaria, toda suavecita y modosita, sea la autora de un libro con una fuerza juvenil tan desafiante”. Veía una “gran contraposición entre su voz arrolladora y esa presencia leve de la vida cotidiana. Me asombraba el combo de misterio y potencia”. Continúa considerando que Amelia se anula como subjetividad y persona poética para adoptar “todas las voces” y “desaparece como ordenadora del lenguaje”. Cuenta que es “osadía” y que ello es lo que le gusta de su poesía pues va: “más allá de su propia voz …”. Más aun, dice que tenía una voz con “muchos costados”. Es por ello que no cargaba “consigo misma todo el tiempo”.

En una entrevista que realiza Enrique Butti observa que “…quisiera parecer una mujercita frágil y desfalleciente. La traicionan siempre… los ojos chispeantes y los movimientos graciosos. En su mirada se adivina su obra”. Amelia le dice que “Ya no escribo; temo que no escribiré más. Mientras hubo angustia hubo vitalidad. La angustia obliga a la acción, al movimiento, me llevaba a la escritura; lo que es terrible es la indiferencia, la impasibilidad, la inacción del limbo”.  

Ella sabe que “La poesía es una visitante; viene cuando quiere y se va cuando quiere”. Piensa que la única forma de escribir es cuando   “…decir es un rayo y su sombra”.  Allí observo esa dualidad opositiva que veremos más adelante. Más aún, en “Decir 3” revela esa tensión y potencia necesaria a su escritura: 

Cuando recibo una palabra inesperada

la retengo y vigilo sus diferentes porvenires

hasta que alguno de ellos

de pronto se recuerda se incorpora

y no hay palabras ya

sino un gran viento que me empuña.

Estas semblanzas encuentran su puesta en acto en su desafiante Manifiesto:

Yo me resisto, en la calle de los ahorcados,
a acatar la orden
de ser tibia y cautelosa,
de asirme a la seguridad,
de acomodarme en la costumbre,
de usar reloj y placidez,
aventura a cuerda,
palabra pálida y mortal
y ojos con límites.

Yo me resisto,
entre las muelas del fracaso,
a cumplir la ley de cansarme,
de resignarme,
de sentarme en lo fofo del mundo
mortecina de una espada lánguida,
esperando el marasmo.

Yo me resisto,
acosada por silbatos atroces,
a la fatalidad
de encerrarme y perder la llave
o de arrojarme al pozo.

Con toda la médula
levanto, llevo, soy el miedo enorme,
y avanzo,
sin causa,
cantando entre ausentes.

León

Luego de esta presentación de Amelia Biagioni y lo que perciben de ella, puede el lector observar si a su criterio se corresponde con la imagen de Amelia. Avancemos con su poema “León” en “Las Cacerías”1967.

Enrique Butti observa que el tema central es “la vida entendida como caza”.  En esa conversación, Biagioni considera que “… todos cazamos, sea signos, amor, o poder, o libertad”. Escribe ella que: 

Mis actos

me mostraron

que el universo es un oscuro claro andante bosque

donde todo movimiento es cacería”. 

El tema de la cacería, ya está presente en el primer poema de su primer libro: “…cuando cazando voy tras un poema”. Requeni considera que Amelia es tanto la cazadora como la presa. Esos dos lugares, creo, son el par opositivo que también observa Cristina Piña cuando dice de “su voz arrolladora y esa presencia leve”.  Vamos al poema.  

                                                      León

No importa si la pálida mujer

que en su torre escribe

amontona palabras tibias.

Cuando duerme

de un rojo salto

la arrebato y enciendo

la llevo a su selva

le infundo mi dinastía

y la obligo a reinar,

avanzar segura y espléndida 

a apresar bravamente

las palabras amantes o guerreras

y a desdeñar las otras.

Una primera impresión, pero fundamental en un poema, es que el despliegue de la imagen y el relato sean exactos. Ni una palabra de más, ninguna erudita y un mundo de ideas se despliegan, como en este poema de trece versos y pocas palabras. Ahí la magia del poema. Nada de largas explicaciones, relatos referenciales, discursos competentes. 

Cuenta Butti que pareciera que el León habla todo el tiempo. Sí, es una primera impresión. El León que, en su fiera ostentación, arremete con la “pálida mujer”. Cautiva ella en una torre, la suya, no puede más que escribir palabras tibias. O sea, una mujer opaca, sin sentido propio.  Prescindible. Por ello necesita del León que la asalte, se le imponga y la obligue. Sólo así pasa a ser alguien, a tener palabra propia.  Pareciera una rara historia, por anacrónica, de la mujer salvada y significada por el hombre, propiedad y sometimiento, más de siglos anteriores o latitudes ajenas, pero que claramente el siglo XXI ya no admite.  Tal lectura sería insoportable pues no se sostiene más que de una retahíla de prejuicios atávicos.

La clave, a mi entender, está en que el león la lleva “a su selva” o sea a la de ella. Ahí está toda la diferencia. Le infunde su dinastía, sí, pero para que ella reine. La obliga a ocupar un lugar, el que desea. Ilumina y despliega su deseo. Más un don que una imposición. Es el león que facilita el pasaje para despuntar una femineidad espléndida. 

Entonces, ¿es el León quien relata la saga? Ciertamente no, siempre habla Biagioni, en una dramática división en que es una y otro y, como enuncia Piña, es “todas las voces”. Eso es poco común, supongo.  Dicen de la autora, ya lo vimos más arriba, que se la percibe frágil, modosita, desfalleciente o suavecita, y no era para disminuirla, sino para destacar el contraste y el despliegue potente de sus poemas. Ese contraste, claro, aparece en las dos secciones del poema León. Debe ser entonces que son dos versiones de sí misma.  Dos momentos necesarios.  Cuando duerme, en esa otra escena,algo de ella la asalta y arrebata, su León. La lleva a sus palabras verdaderas, sean “amantes” o “guerreras” y al encontrar un lugar – sería un error decir “su” lugar- se encuentra con su deseo. Apegamiento y desencuentro. Amor y deseo. Se diluye el dominio del León, pues lejos de poseerla, la habilita. A mi entender esta escena condensa la idea de lo femenino y lo masculino, pero eso sí, desde una perspectiva de una mujer. Lo masculino no impone nada, sino que la “enciende” y abre   la posibilidad de “avanzar segura”. Lo masculino requiere de una femineidad lúcida y claro, mal conjuga con posesión. Lejos de reducir los géneros a una igualdad ficcional – lo que se expresa hoy día de diversas maneras, algunas decididamente elocuentes – que tornan escurridizas las palabras hombre y mujer. Entiendo que Biagioni expresa en tan pocos versos, una polaridad fundante en la cultura. Otra cosa es la reivindicación, de mujeres y hombres, por la igualdad en nuestras sociedades, bien llamado lucha por los derechos, y por qué olvidar, sus obligaciones.   

Mas bien enuncia la diferencia de lo masculino y lo femenino, que se encarna tanto en hombres como mujeres. Nada sería del León sino fuera por “imponer” a la tibia y pálida mujer, el encuentro con su deseo (el de ella) Es el modo de encontrarse él, con el propio. Le da entidad, existencia. 

A mi entender, Biagioni es tan clara en esto. No todo es igual, sino que es esa diferencia la que habilita a los hombres: varones y mujeres, a encontrar su lugar en lo femenino y en lo masculino. Antonio Requeni acierta, a mi entender, cuando enuncia que es “tanto cazadora como presa”. Sí, lo uno y lo otro, pues no se reducen o condensan, se requieren. Se quieren. Esa imposible yuxtaposición, es un trabajo de toda la vida. Mas aún, es la vida. Acaso ¿no se lo llama amar? 

El poema resulta inmenso pues no sugiere ideas, sino que las estampa y como le escribe Susana Thénon a Amelia: “Ni sé cómo es que en un poema cabe el universo”. Bien cabe en “León”. ¿Será por eso que Biagioni le confiesa a Requeni que concebía el poema como una forma de plegaria?

León es una brillante construcción de lo femenino y masculino desde la mirada de “una” mujer. ¿Habrá un poema, donde lo masculino y femenino se enuncien desde la mirada de un hombre? Debe haberlo. 

Aliento la curiosidad por abrevar en la poesía de Amelia Biagioni, aunque ella diga que “…un puñadito de lectores son demasiados porque para la economía del universo dicen que sólo basta uno”. 

1 Piña, Cristina en “Amelia Biagioni. Cazador en trance y otros poemas”. Centro editor de América Latina. Buenos Aires. 1989. Un texto intenso y de aprecio de la obra de Amelia Biagioni.

2 Requeni, Antonio. (Buenos Aires, 1930). Poeta y periodista. Publica “Poesía reunida” Academia Nacional de Letras Buenos Aires 2014. autor de varios libros de poemas. “El vaso de agua (1997) es un libro conmovedor. Además, publicó crónicas de viaje y sobre las peñas de Buenos Aires. Hasta cuentos para niños. “El pirata mala pata”. Ver entrevista en https://elvendedordetierra.com/2009/06/25/antonio-requeni/or (consulta 21/1/2021)

3 Piña Cristina . https://www.diariodecultura.com.ar/columnas/una-de-poetas-cristina-pina-sobre- amelia-biagioni/lectura 15/1/2021. Ha escrito numerosos libros de poesía, así como artículos incluidos en libros y revistas. Una obra copiosa, también desarrolló docencia universitaria.

4 Butti, Enrique. Entrevista publicada en El Litoral en 2009. Es narrador y periodista. Publicó novelas, libros de cuentos: “La daga latente” (Premio Fondo Nacional de las Artes, 2006). También su producción literaria contempla obras de teatro y novelas de aventuras. En Italia se dedicó al cine.

7 “Bosque” en “Las Cacerías”.1976

8 “Sonata de soledad” 1954.

9 Lo he encontrado en Christina Rossetti. Londres 1830 Londres 1894. De ella trataré un poema: “Song”. “When I am dead, my dearest… (Cuando yo esté muerta, mi másamado…) “Como Amelia, su escritura revela un solo amor temprano e imposible. Será otro escrito breve.

10 Esa “otra escena” que Freud denomina el inconsciente. (“La Interpretación de los sueños”)

11 Dificultad en el español. A veces no se sabe a quién refiere el adjetivo posesivo en 3ª. persona.

12 Susana Thénon, carta a A. Biagioni. Poeta, traductora y fotógrafa artística, contemporánea a la Generación del ´60, cercana a Alejandra Pizarnik y María Negroni, publicó cinco poemarios (1935-1991)

13 Carta a un poeta chileno.

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