Thessaloniki - Sefarad Una travesía pandémica

Thessaloniki – Sefarad

Una travesía pandémica  

 

 Juan Tausk

    A mi padre, Ralph 

¿Qué no daría por que fuera mi lector, con su curiosidad sin fin y su audaz lucidez? ¿Qué no hubiera dado él…? Una vida fue precisa para apreciar esas y otras tantas virtudes.

Rugía la Triumph Tiger T110 con sus 650cc por la sinuosa carretera ascendiendo a los montes Olimpos.  Un joven con sus diecisiete años y un bolso marinero le hace dedo viajando desde Tebas hacia Tesalónica. El conductor, un hombre robusto, campera de cuero y bigote de aspecto bonachón y tan helénico, se detiene. 

Sentado detrás suyo, me sujeto de su cintura y me conmueve su generoso gesto. Ciertamente no podíamos hablar, no debido al tronar de la furia y vehemencia de Zeus, sino apenas por la moto de cuatro cilindros, o quizás, porque ya el griego clásico no se usa allá. Emocionado es inexacto – exultante – por recorrer la morada de los inconmensurables dioses antiguos, que tanto había estudiado y respetado en la escuela.

Debo confesar, que en mi imaginación debían esos montes ser más altos, pero supongo que esa decepción la debieron tener también quienes visitaron el monte Sinaí. Es que la grandeza de los acontecimientos que acercan los cielos a la tierra, requiere otras altitudes. Lo que bien saben los constructores de catedrales y palacios de gobierno.

Se come en silencio, respetando los matices, los tonos, la sutileza de los sabores, los efluvios fragantes y balsámicos y la modestia que se refleja en una frase impronunciada de disculpa, por no haber podido dar más o mejor, que se escucha con el alma y se agradece.

Se me nublaban los ojos de la emoción o quizás, no era sino el viento y la velocidad. La moto iba arrastrando un pequeño carro ocupado por un casal de campesinos, unas bolsas de semillas, un chivo enjuto y serio, algunas herramientas de labranza. Cada cual asustado por las curvas y contra curvas, pero más era mi susto, pues ya visualizaba los desplazamientos monumentales de esos dioses de poderosas voluntades e insatisfacciones. 

Arribo a Delphii, la cuna de los oráculos y a paso de peregrino, asciendo la cuesta. Paso de largo el templo de Apolo y el bello anfiteatro, me interesa el Oráculo de Delfos. Circular debía ser, contrastando con la cuadratura de las demás construcciones, pero apenas restos.  Intento escuchar en el viento los suspiros confusos de las pitonisas. Las originales eran jóvenes, virginales y sanas, siempre es así en muchas culturas y religiones, ciertamente en las americanas. Pero una vez que empezaron a raptarlas y violarlas, era esperable, las cambiaron por señoras de cincuenta años – toda una vejez en esos tiempos griegos. En trance debido a efluvios subterráneos proferían mensajes fundamentales, pero incomprensibles. Pero eso no era problema, porque una burocracia sacerdotal los interpretaba y te entregaba los oráculos por escrito y en verso. Sí mero verso, una variante antigua y precursora de los libros de autoayuda, aquellos que te conocen mejor que uno mismo. Tanto beneficio era a cambio, claro, de una ofrenda: cabras, gallinas y más, que ellos mismos te vendían y volvían a recuperar. Precursores.  No sé si ves el negocio, el inicio de una economía autosuficiente. Pero colarse a la fila, requería una “promancia” (sobretasa) Al menos allí pagaban el privilegio.  

Perdida esa oportunidad oracular única, me alejaba de Delfos con la misma ropa con que arribé. Retengo sí la sentencia en el frontispicio del templo de Apolo: “Conócete a ti mismo”. ¿Orden o sugerencia? Eso sí, la frase te imponía una división de tu persona, entre el que ignora y el que conoce. Mucho después en Viena se hace de eso un oficio, porque ese refrán o adagio es lo que me había inducido, poco antes, a iniciar los estudios de psicología.  Lo que ignoraba entonces era que es un trabajo para el cual “la muerte está tan segura de vencer, que te da toda una vida de ventaja”. Eso bien lo sabía la rockera La Renga en “Cuándo vendrán”. 

Una cosa sí aprendí en Delfos, para bien, para mal: nunca aguanté los saberes definitivos y su banda de pequeños profetas: siempre en trance con sus iluminaciones de prestado,   imaginándose inspirados o creyendo estar sentados sobre el Omphalós: el ombligo cósmico (¿o era el phalo cómico?) que reúne los mundos de los hombres, de los muertos y de los dioses. Dixit Pausanias. 




ὀμφαλός omphalós de Delfos     

II

Ya camino a Thessaloniki, la experiencia délfica me ayudó a elegir en una sencilla posada, gracias a un menú y anfitriones tan griegos, entre tres ollas con guisos ensopados que olían de maravillas. Uno verde, otro rojo y el tercero amarillo, lo que se diría un semáforo culinario. Quizás la inspiración de los poderosos y ajenos dioses del Olimpo me guiaron hacia el amarillo. Empezaba a ser audaz pero cauto.

Si no se equivocaba la guía de instituciones hebraicas, me dirigía ese sábado a la mañana a la única sinagoga que habría en esa ciudad. Raro, pues la “Jerusalem de los Balcanes”, también llamada “Madre de Israel”, supo tener 35 hacia el final de la Primera Guerra Mundial y más de 50 en siglos anteriores. Pero me encontraba en medio de un mercado vocinglero, aromático y oriental, con miríadas de puestos de especies, frutas, carnes, gallinas en jaulas y sus desplumadoras, ropavejeros, peluqueros callejeros, predicadores y charlatanes. El antiguo y actual oficio de enroscar la víbora e inocular las más diversas verdades.

Toda una fiesta como lo fueron más luego, las necesarias visitas a los mercados y ferias de todas las ciudades que he transitado. Sin duda, allí se aspira el aire y el pulso ciudadano. Pero la sinagoga no aparecía, hasta que me la señalan: en el medio de la feria. Un edificio pequeño y sin posibilidad de hacerse reconocer. En mi bolso marinero llevaba un traje, camisa limpia y corbata, cuidadosamente plegados, hasta zapatos y ciertamente la kipá, y así me presento. Los escasos asistentes, gente grande, alcanzan apenas para ser los diez necesarios para la lectura de la Torá. Me honran con atender la lectura de un párrafo, para lo cual recito las dos bendiciones. Pienso en la magnificencia de las ruinas del templo de Apolo que venía de conocer y en esta sinagoga viva, en su austera presencia. Pero la cavilación se interrumpe con la invitación del más joven a almorzar a su casa. Con la amabilidad y hospitalidad que es tradición desde Abraham, esa cortesía la he habitado en tantas comunidades en la diversidad religiosa o cultural.  

Permítanme contar y con ello evocar la conversación sentados en la mesa de Moshé, su hijo Ireneo (. Shalom en hebreo, Paz) y su nuera Kalista (La más bella. Nurit en hebreo). No me fue fácil, aunque posible, como verá el lector, escucharlos hablar en djudezmo, el español del siglo XV, de cuando fueron expulsados los judíos de Sefarad, de España y hablado por esa diáspora en los Balcanes, Grecia, Bulgaria, Turquía: el Imperio Otomano, pasando por varios países europeos . Escrito con caracteres latinos, abreva de vocablos hebreos, turcos, árabes, franceses y de cada país donde se hablaba. 

Moshé toma la iniciativa y al preguntar sobre mi ciudad y mi origen, les cuento que mi abuelo biológico era sefaradí, en tanto el abuelo que adopta a mi padre era ashkenazi, europeo. O sea que también tenía de ellos. Al tiempo que Kalista acerca los ordovres (horsdeuvres, fr.)   y mientras bendecimos agradeciendo por el vino y el pan, siento el confuso e inspirador despliegue de aromas, que me llevaba a estar más ambriento aún y se nota, pues lo veo en sus sonrisas. Ella informa la carta: Boios kaentes (una suerte de empanadilla) de pazí (acelga), enriva kon susam (sésamo); Yaprakes de karne de kodrero molida kon sevoya i arroz, kon un pokitiko de tomat i limón envueltos en ojas de parra. Ni qué decir de las burrekitas de handrayo (berenjena) ,  cubiertas con semillas de susam. Completan el cuarteto los Fongos, tortiya de aselga i enrriva bolikas de puré de papas. Descubro la intensidad de mi hambre y la pasión por lo agridulce y especiado.  La que no se saciaba era mi inquieta curiosidad, si no preguntaba. Eso fue luego mi oficio, además de preguntarme a mí mismo, sea en la clínica psicoanalítica como en la gestión de problemas en organizaciones y en la docencia. Quiero saber qué pasó en Salónica, que hasta ese día no era sino apenas una ciudad en mi camino, con un nombre prometedor.

   Mi balabay (dueño de casa: anfitrión), Moshé, dize kon la vos kansaLos sefaradies ayegamos al Imperio Otomano, fuimos bien aresividos i respektados durante sekolós.

  Es más, cuentan que el embajador del Sultán en España, allá en el XVII, que entendía poco e ignoraba todo, lo que no es infrecuente en éstos y otros funcionarios, se sorprendió de la lengua hablada en ese país y escribe a la ‘Sublime Puerta’ que: ´Curiosamente, en España han adoptado la lingua de los djidiós de nuestro Imperio.´ ¡Qué error!  Al revés de lo que sucedió.

Pasamos nueve generaciones en paz y armonía, hasta la primera guerra mundial y luego, claro, la devastación de la segunda. Puedo akodrarme del tarapapu de mi tarapapu, me honraron con su nombre. Con su familia debió abandonar, con una mano adelante y otra atrás, su pueblo, su vida, su casa. Lo habitaba una nostalgia tal que aún perdura en nuestra mishpajá. ¡Ay Sefarad! Mira la llave que cuelga en la pared al lado de los dos cuadros- ya te contaré de ellos- la tenía él y la tenemos mosotros siempre a mano, por si avoltamos.

 Supo recitar Schlomo Ibn Gabirol, Jehuda Levi, y claro, Moshe Ibn Ezra, el poeta que amava. Ten en cuenta que habitaban el siglo XI. En festivas y fraternas reuniones, en los frescos y perfumados patios andaluces, libaban esos poetas judíos, musulmanes y cristianos, mientras recitaban poezias que todos entendían en sus tres linguas. Las leemos aún i perduran en su mensaje y ermozura.

Nostalgia que conocemos por los poemas de Moshé Ibn Ezra, que sabía recitar. Mira que han pasado los años. El pobre Ibn Ezra había sido expulso por los almorávides y debe dejar su amada Granada en 1090.”  

Recita Moshé con voz conmovida:

“…si el dolor no me protegiera,  

hubiera perecido en la abundancia de mis lágrimas,

Desde lo más hondo de mi tormento pido justicia

Y desde las entrañas de mi destierro, socorro…”

 

Veo la humedad en sus ojos, percibo una lágrima furtiva, y no soy el único, pues Kalista se apresura en traer de bever lo que lo distrae y se queja: “los babas ambezan (enseñan) a los ijos a avlar i despúes, son los ijos que les ambezan a kayar”. Ama (pero) no es djusto kon su ijo i su elmuera, ellos gozan de lo ke sintieron (escucharon) más de una vez komo sienten los chikitikos Ciertamente deben desear que la vida le permita a Moshé transmitir sus bellas historias a los hijos que anhelan y están buscando. Antes de que se sirva, recita otro poema de Ibn Ezra, para “mostrar la faz  alegre, enamoradiza o festiva, de nuestro pueblo, doquier estuviera”.  

“Cuando danza mi amada,

 suelta sus cabellos,

 y como rama de mirto se mueve,

 sus ojos como flechas embriagadas

 en mi sangre,

me hieren sin compasión” 

 

y con otro, se exalta elevando la voz:

“Acaricia de noche los pechos de una mujer adorable

Y besa los labios de la bella a la luz matinal…

Baila, danza y patea el piso

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Ponte borracho y golpea al amanecer la puerta de una joven

Este es el goce de la vida, toma tu parte…

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Sorbe el jugo de sus labios, no seas tímido

Toma lo que te corresponde – ¡los pechos y la cadera!” 

 

 “Pedrón esfuegro, le arogo un pokitiko de respekto i ke meta tino en la muestra kaza.” Se queja Kalista, mientras presenta la comida a la mesa. Pero se ve que le encantan estos poemas tan andaluces y atrevidos. 

 “Ija, ¿no meldates (conoces) el Kantar de los Kantares?  Te va a aresponder respekto si ….ama es lo ke está eskrito !   Recato sí, pero no puedo ser pudoroso.”

 

Ya el aroma del ajo y la cebolla y el perfume de especies desconocidas, me embriagan en su ajenidad.  Les cuento de las poco condimentadas comidas en mi hogar, pero advierto que no me quejo. Eso sí las tortas de la abuela, sí eran perfumados en canela y cardamomo, pasas rubias, amapola y cremas alimonadas. Recetas que los judeo-alemanes” trajeron de su patria, desterrados de su amada Alemania. 

 “Mira, eso de los ajos no es poca cosa. El Talmud, en el tratado La Primera Puerta, lo recomienda porque quita la sensación de hambre, mata los parásitos del intestino, calienta el cuerpo, da brillo al rostro y, sobre todo, aumenta el semen y despierta al amor. Además, y nos es poco, remueve los celos. Recomienda además las relaciones conyugales en el shabat. Observo que Kalista se sonroja, mira hacia otro lado y se va presta a la cocina para no sé qué súbita urgencia. Ireneo se turba. Yo aún sabía poco y nada de todo eso. Algo sí, con mi enamorada canadiense que venía de dejar en Jerusalem.  

Impresionado por los poemas y los ajillos de la Primera Puerta, escuchamos a Kalista contar de qué se trata el plato que trae. Me entero que la comida no es sólo oler, saborear o comer, sino que también es literatura. 

“El Paylón de Bamyas es komida alabada. Primero se sofríen los pedazikos de kodrero, sevoya kon tomat ,se kuzina i se deja refinar bueno, para ke kede komo lo bueno del mundo. Le agrego, al modo de la cocinas turca, el baharatcapullos de rosa, canela y clavo de olor, pero su secreto es el loomis: limón negro secado al sol que trae un sabor ahumado y menos cítrico. Luego se cocina la okra, una verdura de sabor amargo que viene de mitzraim (Egipto), con ajo, cebolla, cúrcuma y comino. Se cocina al final todo junto.”

“¡Kome kon ganas i berajá (bendición) i salú ke se te aga! Kuando avoltes, te guizaré keftikas (albóndigas), condimentadas con ras al janut, la “cabeza del negocio”, pues lleva veinte especies, raíces y hierbas aromáticas.” 

Se come en silencio, respetando los matices, los tonos, la sutileza de los sabores, los efluvios fragantes y balsámicos y la modestia que se refleja en una frase impronunciada de disculpa, por no haber podido dar más o mejor, que se escucha con el alma y se agradece.

Continua Moshé: “A inicios del siglo XVI, ya éramos seis djidiós de cada diez pobladores y en el siguiente siete, imagínate, había 20 sinagogas. Hasta hubo una, un siglo antes de la era común.”  Yo pienso en mi joven patria, apenas siglo y medio. Nosotros hablamos de décadas, más aún no podemos. Salvo tratándose de las intensas y castigadas culturas guaraníes, incaicas, diaguitas y tantas otras. 

 “Afilú (también) el porto no lavoraba los savadós, ande la mayoría de los omvres eran djidiós: alevantando, metiendo y sakando los bogos (carga) a las vapores, mesmo los pishkadores, para vender las merkansias en las kalejas. Al empesiyo del sekoló abía eskolas, katorse publicaciones i siete jornales en fransés i en djudezmo , ke más te puedo dizir? Era grande la komunidá, ama ya saves komo semos, ay veses ke no estámos de akodro, es por esto ke se dize ande ay dos djidiós ay tres penserios. Me akodro ke sus penserios era en tener libertá, era muestro ganeden (jardín de eden, paraíso). En la famiya lavoramos kon telas i kalía (había) ke ver al sultán merkando) para vistir bueno a sus jenízaros, ¡eran de las mijores telas! Se ufana. 

Les cuento que mi país recibió tan bien a los judíos de Rusia castigados por los progroms y más luego a los judíos europeos, junto a españoles, italianos, armenios, irlandeses y otros tantos más, corridos por el hambre o la guerra o el vil acoso por ser lo que eran y lo que querían ser. Es que nuestra Constitución respondía a la desesperada plegaria de los refugiados, desterrados de sus propios países – me entusiasmo – “Desde el Cielo fue guiada la pluma de Juan Bautista Alberdi, pues su Constitución se pronuncia en recibirlos y ofrecerles ‘los beneficios de la libertad para todos los hombres del mundo que quieran habitar el suelo argentino’. Recito el preámbulo casi de memoria, Don Moisés, pues las escuelas bien insisten en que los ciudadanos no lo olvidemos. Pero olvidamos. Cuénteme más, me acosa la curiosidad, imagino lo malo que se viene”. 

“Así es, vino lo malo. Cae el Imperio Turco, se vienen los griegos que no nos querían.  Y vaya casualidad, se incendia el barrio judío y se queman 16 de las 35 sinagogas y más de cincuenta mil djidiós quedan sin hogar. Más luego, la maldita Unión Nacional Griega, y perdone el buen Dió, Patrón del mundo, que blasfeme en su día, mos serraron mostras eskolas y no pudimos hablar más moztra lingua, el djudezmo.  Ya ampezaron a irse los djidiós a Palestina, a Jerusalem, la verdadera.”   

“Me asombro don Moshé – disculpe el trato familiar –pues nada de esto sabía”

“Ainda sos mansebo, estásh en famiya i tienes toda la vida para ambezarte (aprender), ama no olvides ke en kada sitio del mundo, ke moramos  los djidiós, sufrimos angusias i muertes . iAsta dijeron ke izimos munchos males! Komo meter veneno en las fuentes de agua en epokás de pestes pretasampeza a eniervarse (enojarese) i le suben las kongojas (colores) a las karas. ¡Ay ke gameos (tontos) i lenyos de banyo eran! No savían ke mosotros antes de komer mos lavamos las manos i bendesimos al Dió , afilú una vez a la semanada vamos a cumplir con el banyo ritual), ande las aguas  korren. Es más kolay (fácil) dizir ansina , ke dizir la vedrá. En todas las epokás akontesió esto”. Me asombra esa frase, que ahora reconozco haberla tenido desde entonces en mente. Saber actuar es otra cosa, lo que también aprendí.

Ama, ¿kuando eskapa el galut (termina el exilio), ande nase muestro tierra? El Dió no ajarva (pega) kon las dos manos.  ¿No te enfasyo (canso) kon mis avlas i konsejas? A la fin eres mi musafir i deves estar gostoso” 

No se imaginaba lo fascinado que estaba. Un relato en primera persona y en el lugar de los hechos.  Es que la Argentina estaba siempre tan cerca de sí misma, pero tan lejos del resto. Relato sólo comparable a la lectura de las aventuras de Sandokan y los Tigres de la Malasia, de Emilio Salgari – palabras mayores – en mi no tan lejana infancia, más luego las de 1984 y el Big Brother de George Orwell, y las no menos increíbles aventuras de Freud, en mi inicio universitario. 

Se levanta esta vez Ireneo a traer los dulzes. Un aroma etéreo y con tonos de levadura fresca lo preceden. Increíble, hacía muchos días que comía desprolijo y barato, eran escasos mis fondos y pura pelusa el fondo de mis bolsillos y hoy, esta comida infinita. Infinitamente agradecido.  Kalista cuenta que son recetas de su madre, con un toque propio. “Los marunchinos son de almendras molidas con claras de huevo, cubiertos de azúcar impalpable. El secreto es que sean crocantes por fuera y húmedas por dentro, como los muestros, duros por fuera y tiernos por dentro. Estos otros son baklavá: bocadillos de masa fila enmantequillada y rellena de nueces molidas, canela, miel y bañados en almibar. Mira estos otros, los trabados: suerte de empanadas rellenas de nueces, con canela y bañadas en miel y rociadas con semillas de susam´¿Kualo kieres Pero no espera mi respuesta viendo que mis ojos rogando se salían de sus órbitas y me sirve de cada kualo.

“Ke estos dulses no kiten tu penserio, esfuegro.” Y sin más Moshé retoma la palabra. Me asombra el silencio respetuoso de su hijo y de su nuera. Qué precioso karinyo, ¿quizás alguna vez tendría esa fortuna? Pero lo entendí, se empieza honrando a los propios padres. 

“Vino la noche a Thessaloniki. Entran los nazis y nos encierran en nuestro kuartier. De allí en tren a Auschwitz con el final que sabes. 50.000 fueron y no volvieron. Al final de la guerra, apenas quedamos, ¿qué? unos 2.000. No podíamos entender por qué tanto odio con mozotros, pero no sólo, se ensañaron también con romas, opositores, homosexuales, comunistas. Puedo dizir de mis compatriotas que fueron valientes y determinados. En el campo de exterminio asaltaron y volaron hornos y mataron más de veinte guardias. Otros combatimos con los partisanos griegos. Mi djente”.

Le pido que avance el relato porque se acercaba a un nudo que me era imprescindible conocer, pues tíos de mis padres y el hermano de mi madre habían sido asesinados por la misma horda totalitaria. Hubo otras no menos asesinas y no menos disimuladas en campos de reeducación y confinamiento, para el bien de sus víctimas, aunque no lo supieran. Las hay en cada generación. Cuánto les costaba a mis compañeros comunistas de la facultad, aceptar que su “pai”, su padrecito Stalin, era un asesino no menos despiadado que Hitler. Esa imposibilidad de admitir, ese mantener alejado de sus argumentos y separado en sus mentes, del lado que desmiente la realidad, a pensamientos encubiertos en toda suerte de eufemismos y razonamientos turbios. Años me llevó entender el daño que eso causa en las personas. Empezando por mí, claro. ¿Qué fue de esa empecinada tozudez e imbecilidad de mis compañeros? Se cayeron del muro de Berlín. Pero no renunciaron, ya se encontraron sucesivamente otros “páis”. Quedaron trazas en su mezquino “aggiornamiento” y se consolaron con considerarse modernos y progresistas: siempre avanzando hacia atrás. Avoltemos a Grecia. 

“El likor es de mi guerta, la ke estaba djunta a la de Abraham, gran amigo mio desde chikitiko, un vedradero benadam.  La contienda era brava para saber cuál de muestros vinos era mejor. Mis vides eran Agrigitiko, provenientes de Nemea, al sur. Un rosado brillante con sabores a frambuesa y grosellas negras y un poquitico de nuez moscada y hierbas amargas. Una maravilla cuando lo estacionabas cinco años en barricas, lo que rara vez sucedía. Los de él eran Samos de Antheris, vides de Macedonia. De mágico color café oscuro, con sabor a melaza y uvas secadas al sol.  Pero llegado el momento, sentados a la solombra, se mezclaban unos con otros y terminábamos totalmente embriagados. Kalía ver del modo ke espandían (sacudían) los repasadores muestras mujeres. Fuimos mazalosos (afortunados). “

“Mas luego, para Abraham, comienzan las angusias. Su hijo Mushiko, ¡fIjate que hasta le puso mi nombre!, estaba fuera de Thessaloniki, cerrada a cal y canto por los nazis. Escondido en las afueras, se reúne con el padre. Abraham no quería irse, estaba con su esposa, una hija y un hijo en el kuartier.  Juntos, me aterra tan solo pensarlo, fueron a la hoguera de Auschwitz. ¡Que Dió los tenga en la palma de sus manos!

 Mushiko escapa a Atenas y retorna tras la guerra a nuestra ciudad. Arrondjada (echada) la famiya, pedrieron todo i fueron muy proves. Pero llega a instalar con su hermano una tienda de licores, que resulta próspera. Otros retornan a Sefarad, eran épocas del dictador Franco y te sorprenderás que el fascista Miguel Primo de Rivera firmó en 1924 la ley que les da la nacionalidad española a los sefaradíes. Y ahí van más de cuarenta mil. 

Años más tarde conoce a Sara, su enamorada. Sara era lusia (linda) i vestía a la franka, ama kuando salía a la kaleja a dolashear (pasear), no deshaban ni mankavan de alabarla.

Ella estuvo frente a un pelotón de fusilamiento y ya recitando su último Shema y declaración de su fe, debido a no se sabe qué milagro – inescrutables son los caminos del buen Dió – no llegan a apretar los gatillos, debido a la oportuna llegada de un oficial que los interrumpe, previo soborno que realizó el cuñado cristiano de Sara. ¿Habría sido abusada? Dió no quiera, pero en todas las guerras sucede, premio de la conquista y el atropello, de la instalación de un dominio total y energúmeno sobre los otros. Pero ella escribe una carta a su familia, que llegó a la nuestra, mírala en ese marco en la pared, entre la llave y el retrato de Abraham y su esposa Rachel. 

´ La vida es milagrosa, estuve frente a un pelotón de fusilamiento y se detuvieron antes de apretar el gatillo, sobreviví. Nada es imposible y puedes hacer (en la vida) lo que quieras.’ 

Esas palabras aminoraron mi dolor y me hicieron entender el valor del agradecimiento, la fuerza de la vida y el amor que todo lo sana.  Brindemos por la vida ¡Lejaim!  Pues bebiendo este licor, cada vez rekodro para bien, a mi amigo.” Sí, eso es lo que sentí.  Abrió su alma a un joven desconocido, al que le abrió el corazón y le hizo rodar lágrimas. 

Ayega la tadre, el sol ampeza a eskapar. Ya se izo la noche i djuntos los kuatro kon las bokas kayadas.  La paz se asentaba junto con la oscuridad en esta casa, ya un hogar en mi sentir. Cuando sale la primera estrella, ya es un nuevo día e Ireneo recuerda que es tiempo de abdalá, el filo que separa el día festivo de los días de la semana, el día de la noche, lo sagrado de lo profano. Moshé le pide a Kalista que traiga la kandela trenzada de cera de abejas y varios pabilos; las besamimespecies de fragantes aromas – para no olvidar en la semana las delicias del shabat y el vino para bendesir. Un moscatel añejado, casi un licor.  

Moshé dize: “Me ambezé (aprendí) ke kuando estamos adelantre de tiempos pretos (malos) akontese ke, podemos maldezir la oskuridá o podemos traer luz a la oskuridá”

Un silencio leve flota como el aroma, hasta que llaman a la puerta. Arriban una pareja  con un chikitiko de dos años. Son Mushiko, ya un hombre, el bojor (primogénito) de Abraham y su esposa Sara, quienes visitan a mi balabay (anfitrión) cada semana, al concluir el sabadó. Los miro con admiración y los escucho atentamente. Me llevan a recordar el rebelde enunciado de Pablo Neruda, de quien leíamos con entusiasmo en los pasillos y cafés de la universidad, aprendices en el arte de enamorar y enamorarse. En ese atardecer estaban vivas sus combativas palabras de esperanza: “Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera.” Acompasaban bien con las palabras de ambos Moshé.

  Al día siguiente, la bella Kalista, me apronta una bolsika, colmada de dulzes y vituallas para el camino. Parece que estas djudías no son menos “idishe mames” que la mía o la tuya, lector.

 “Kaminos de leche i miel, ke vaigas i vengas bien i en el kamino, mal no topes”

Vuelvo a la ruta a por un aventón hacia la Yugoeslavia de entonces. Mi primer destino, la ciudad de Skopje, aún destruída por un terremoto, capital de Macedonia, donde me asombran la vestimenta paisana y tan roma. Mi padre también estuvo allí, con mi misma edad, también rodando por la vida. Recuerdo esas fotografías, era la misma gente. También la misma curiosidad y mirada fotográfica.

                               

                                    Mi padre, el de sombrero. Ad dexteram.

 

III

Mas de medio siglo más tarde estamos en plena pandemia de Covid 19, el mundo desesperado por obtener vacunas y ser salvados. Salvar, proteger, salvarnos. Y todo empieza mal. Discusiones acerca del imperio y de los intereses geopolíticos, logran la ausencia de la vacuna de un enorme laboratorio, quizás la más eficaz. Raro, habían investigado la tercera fase clínica con nuestra gente y en nuestro Hospital Militar. Finalmente, más antes que nunca, arriban. 

Te preguntarás qué tiene esto que ver con Thessaloniki. Mucho, cuando no demasiado. El director general del laboratorio anuncia que él espera su turno de vacunación y a lo mismo se obligan sus miles de empleados. Raro, en mi país se ´naturalizaba´ el colarse en el turno de vacunación, hasta el límite más crudo: la muchachada combativa se enorgullecía de recibir la vacuna antes que sus abuelos y sonríe victoriosa ante la prensa. Peor son los políticos, funcionarios, gremialistas, militares, sus familias y empleados, hasta presidentes de varios países, que hicieron lo mismo.  

Sin embargo, me entero que ese laboratorio vende las vacunas a los países mal llamados emergentes o en desarrollo: son los países más pobres, al precio de costo. ¿Qué capitalismo es ése? ¿Cuál es el negocio, la trampa que la paranoia desespera por confirmar? Porque se sospecha de todos, menos de nosotros mismos.

Leo en un matutino que el director, el CEO:  Chief Executive Officer, cuenta que su familia proviene de Thessaloniki. Que su padre huyó justo a tiempo, cuya futura esposa también se salva, estando a punto de ser fusilada. Cuando en la entrevista recita las palabras de su madre: “La vida es milagrosa, estuve frente a un pelotón de fusilamiento…” empiezo a inquietarme, un lejano recuerdo no termina de aflorar, no acertaba en saber qué era, estaba a flor de piel, pero hundido en el olvido de la memoria. 

Días más tarde y sin saber por qué o más bien para qué, me dirijo a mis bitácoras de joven navegante. Las descubro plagadas de expresiones en djudezmo y recuerdo la pequeña sinagoga en medio del mercado, ese shabat con Moshé, Ireneo y Kalista. Hasta veo la llave andaluza colgando de la pared, la foto de Abraham y Sara y el cuadro con la carta en djudesmo con su delicada caligrafía. Vuelven a mí las fragancias de las especies y de las hierbas aromáticas, y la dulzura de esa conversación, como si fuera real, como si fuera ahora. Entonces me doy cuenta. 

Lo que venía leyendo en varios matutinos eran las palabras de Sara. Entonces, ese niño de dos años, que acompañaba a sus padres en la visita a Moshé, debía ser Albert Bourla. Uno de los que más han ayudado a salvar a la humanidad del flagelo de esta cruel pandemia que nos acosa. 

Qué orgulloso habría estado Abraham de saber que su nieto fue de los preciosos frutos de su viña. Quién no te dice, su mejor vino. 

Es cierto, la vida es milagrosa y nada es imposible.  Eso sí, te lleva una vida el saberlo. 




NOTA FINAL: Leo las minuciosas cartas/diario que entonces había enviado a mis padres y me falló el recuerdo, la camisa era blanca, sí, pero estaba sucia y arrugada y la corbata era roja. También me apenaba que esa noche y el día siguiente nadie me había invitado a su casa. 

La conversación nunca sucedió, apenas subir a Delphos y visitar Salónica con mi bolsa marinera y entrar a la sinagoga. Una consultante a quien le cuento lo que estoy escribiendo y la decepción por no ser convidado, me dice que por eso escribí este relato. Lúcida, una límpida interpretación psicoanalítica. Me da la clave para resolver el tema, tras más de medio siglo. Tardo unos días en descifrarla.

Al pedir permiso a mi padre para seguir viajando unos meses más y así, a dedo , me contesta en inglés – así nos carteábamos – “Reluctantly, yes”. Que mal se traduce: “a mi pesar”, “con reserva” o “con renuencia”.  Pero dice que ¡Sí! 

Un amigo psicoanalista me regala la palabra: eso se debe llamar “amor generoso”.  

Ahora entiendo el porqué de la conmovida dedicatoria al inicio. 

Finalmente sé agradecer.

1 Encontrarás palabras en djudeo espanyol: el español del siglo XV llevado al Imperio Otomano. Pocas veces se necesitarán traducir. Pero no hay error en la escritura. Quizás, quién no te dice, el yerro esté en el kastilyano que hablamos hoy. Agradezco la generosa colaboración de la Prof. Graciela Tevah de Ryba . Ha sido mi privilegio el poder trabajar juntos y aprender.

2 Sefarad Nombre que tiene España para los judíos expulsos en 1492.

3 Ralph ha tenido el apellido sefaradí Caro hasta sus 11 años de edad.

4 Eso continúa. Basta leer textos sociológicos o psicoanalíticos.

5 Solideo. Usado por los judíos al rezar, tradición continuada por las autoridades eclesiásticas católicas.

6 Pentateuco. Los cinco libros de Moisés. Rollos con textos manuscritos sobre cuero de oveja.

7 Cuando se traducen textos sagrados al djudezmo, se dice ladino. Es el traslado calco palabra por palabra. Se denomina Rashi cuando se usan caracteres hebreos con sonido español y solitreo (deletreado)

8 Sede de gobierno del imperio otomano, la Puerta abre hacia el Palacio de Topkapi.

9 “…when I am taking sips / from your tasty lips…” que Sara Vaughan canta y que untuosa se/te derrite en Honeysuckle Rose.

10 Si bien convinieron en denominarse alemanes de fe mosaica, la historia les impuso, el no
ser sino judíos que traen el infortunio a su Alemania. “Die juden sind unseres unglück” rezan las pancartas.

11 Tratado Baba Batra 82.b

12 Cincuenta años más tarde me entero que había ganado un Oscar por sus documentales: Las
series” Los niños de Canadá” y “Los niños de Jerusalem.” Yo tan solo le escribí un poema de
amor en inglés, en la calle, ¿cuál otra? Ibn Ezra. Recién lo publico en “La fiesta de la vida. Poemas y relaciones” Bs. Aires 2019.

13 Nadie, pero nadie como el marroquí Gérard Haddad, en “Comer el libro” (Editado por la bombardeada y hoy reconstruida AMIA) Ingeniero agrónomo experto en arroces del sudeste asiático, estudia psicoanálisis y medicina siendo discípulo de Jacques Lacan, pero más lo fue de
maestros talmudistas en Jerusalem. Su tesis doctoral: “El hijo ilegítimo: las fuentes talmúdicas del psicoanálisis.” Edit. Milá.

14 Cuando los judíos conversos – marranos – querían rezar a escondidas de la Santa Inquisición, ante la ventana de la casa organizaban una partida de cartas. El código era “vamos a jugar a las barajas.” Barajas viene de Berajá: bendición.

15 Sin la “s”, pues Dió es Uno.

16 Acá decimos cascote.

17 Refiere a dos exilios al de Israel en el año 40 de la EC, echados por el Imperio Romano y al de Sefarad, echados por los reyes católicos, 1492.

18 Palabras de Matilde Bensignor en” De miel y Milagros: evocaciones sefaradíes”. Colección Escrituras Edit. Milá. AMIA. Buenos Aires. 2004

19 Sin la “s”, ya que es sólo Uno.

20 “Manifestación suave o decorosa de ideas cuya franca expresión sería dura o malsonante.” RAE. Como se dice, políticamente incorrecta o propiamente prohibida. P.e. “Interrogando físicamente” por tortura”; o “Completó su ciclo de vida en paz “por falleció”. Ver Victor Klemperer:” The language of the III Reich”. Bloomsbury Publ. CoPic. London, 2013

21 Hijo de Adán, o sea hombre en el sentido de: “buena persona”. Lo que en idish se dice ”es un mensch” y nosotros decimos: “es gente”.

22 Notable el diminutivo cariñoso del ladino. También lo son y con la misma gracia el “idisch” y el habla mexicana.

23 “Oye Israel, el Señor (tetragrama) es nuestro Dios, el Señor es uno”

24 En realidad, son palabras del Gran Rabino de Inglaterra, Lord Jonathan Sacks. Fallecido en 2020.

25 Me obliga la lectura actual de sus “Veinte Poemas de amor y una canción desesperada” a decir que eran amores bien amargos. La mujer que lo abandona y lo deja malogrado, quejoso y
melancólico. Poemas llenos de espumas metafóricas, salvo a mi gusto dos, que salvan el libro: “Me gusta cuando callas…” y estos dos mágicos versos de “Puedo escribir los versos más tristes…” “Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero, ¡Es tan corto el amor y es tan largo el olvido!”En “Versos del Capitán”, otro navío de la juventud, bordea una mezquina actitud que, si no es misoginia, su voz de mando le “pega en el poste”.

26 Gitana

27 Es la época de surgimiento de los Rolling Stones.

28 Hacer dedo, aventón, autostop, hitchhike.

 

 

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